Hay etapas de la vida que acaban.
Hoy hacemos lo más difícil que hemos hecho.
Decir el adiós definitivo a la casa de nuestros veranos.
Una casa que nos ha dejado las mejores memorias de la niñez y de la adolescencia.
Uno de los adioses más importantes,
El frontón dónde aprendía a jugar al tenis y andar en bici.
Un espacio donde presencia los momentos más felices de mi familia
Una casa es más que las habitaciones o las paredes o los susurros que se oyen de tantos momentos increíbles.
Durante muchos años tuvimos una mesa de ping-pong en el salón, después fue sustituida por una mesa de comedor, todavía puedo cerrar los ojos y escuchar el tintineo de la pelota.
Ese tintineo que me lleva a partidos épicos.
El olor del café recién hecho en la cocina.